El embarazo en verano

verano

Verano. Esa estación del año que siempre he adorado y que desde el primer minuto en que se acaba ya la estoy echando de menos. Me encanta el verano. No lo puedo remediar.

Me gustan los días eternos, el sol abrasador, la piel morena, el “todo vale” a la hora de vestir, los cortes de pelo atrevidos, las cervezas con amigos hasta altas horas de la madrugada, los chapuzones en la piscina, la lectura de un buen libro en una tumbona bajo una sombrilla, disfrutar del paisaje de una playa desierta, las tapas en una buena terraza, las barbacoas al aire libre, la alegría en las calles, las fiestas de los pueblos … Podría seguir y no parar.

Disfruto con todo en verano, hasta con el calor sofocante de las horas centrales del día o con el canto de las chicharras. Soy de las que se pasa el año entero deseando que llegue el verano, de las que detesta a muerte el invierno, su oscuridad y su tristeza, de las que aborrece el otoño por haber despedido a mi estación favorita del año y de las que se entusiasma con la llegada de la primavera por ser la antesala de la felicidad plena que traerá, de nuevo, el verano.

Pero entonces va y te quedas embarazada y encima te toca parir en verano. En pleno verano. El invierno se te hace eterno y la primavera también (porque además, este año apenas la hemos podido disfrutar hasta bien entrado junio) y deseas más que nunca que el verano llegue a tu vida.

Te sorprendes a ti misma como Olaf, el muñeco de nieve de la película Frozen, pensando en un verano idílico, lleno de planes y totalmente ignorante y ajena a lo que realmente te puede deparar.

Y en esto que llega tu ansiado verano pero lo hace de una forma arrolladora, aplastante, desproporcionada, brutal… ¡mortal!. Sudas por la noche y a todas horas del día. Sudas incluso por partes de tu cuerpo que desconocías que pudieran llegar a sudar. De nada valen los baños en la piscina o las más de diez duchas al día que te das porque, en cuanto sales del agua, tu piel vuelve a desprender fuego y los sofocos se adueñan de nuevo de ti. Te cuesta respirar, la tensión está por los suelos, tienes una retención de líquidos bestial, sientes taquicardias a veces y un ritmo muy lento otras, ni las palabras te salen, ni tienes ganas de hacer nada. Cualquier paso o cualquier pequeño esfuerzo físico, te hace desfallecer. Bebes y bebes litros de agua al día pero lo único que consigues es que las noches sean aún más insoportables por tener que levantarte entre cinco y seis veces a vaciar la vejiga. Tus hijos quieren jugar contigo, quieren piscina, quieren actividades al aire libre y tú sólo quieres meterte en tu cueva, con las persianas bajadas y el ventilador a toda pastilla y derretirte sobre ese sofá cuyo tejido empiezas a aborrecer porque se queda literalmente pegado a los poros de tu piel.

Tienes hambre pero el comer te eleva la temperatura tanto que comienzas a sudar mientras lo haces dando un espectáculo poco agradable a quienes te rodean. Tienes sueño pero no puedes dormir porque la temperatura por las noches no baja de 28 grados. Tienes ganas de disfrutar de tu estación favorita del año pero no puedes ni con las pestañas. Quieres lucir ese modelito precioso que te has comprado pero te sobra hasta la ropa interior…

Y la gente te da ánimos. Te dice que ya te queda poco pero tú sólo piensas en que 4 semanas es una eternidad y que pasado ese tiempo queda un post-parto espantoso a 40 grados a la sombra…

Así que este año he decidido que ya no quiero volver a ser fan del verano. Nunca más.

3 comentarios en «El embarazo en verano»

  1. Pobre…
    Yo soy como eras tú, fanática del verano, el resto de estaciones eran un mero trámite a superar para vivir la vida al 100% en mi adorado verano. Odio el frío.
    Pero al leerte me he dado cuenta de lo chungo que pinta verano y barrigón, solo puedo desearte que se te pase pronto y que te vayas a un centro comercial de estos donde tienen un maravilloso aire acondicionado en todas las tiendas y bares, y de paso luces ese modelito tan estupendo que ya te queda poco para usar!!

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    • Jajajaja! En las primeras líneas has descrito a la perfección lo que yo sentía por mi amado verano 😉
      Seguro que el próximo año vuelvo a sentirlo de nuevo pero de verdad que esta vez lo estoy llevando fatal. Si alguna vez decides tener más hijos, intenta calcular para evitar que el tercer trimestre te caiga en pleno verano.

      Responder

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