Finalizado ya mi embarazo no me gustaría dejar sin publicar las diferencias que he encontrado entre el embarazo de Pulguita y el de mi hijo en lo que al tercer trimestre se refiere. Ya lo he hecho con anterioridad en el primer y segundo trimestre y ahora que tengo tan reciente cómo fue la recta final destaco las principales diferencias:
- Insomnio: Los últimos tres meses del embarazo de mi niña me los pasé con los ojos como platos. Solía dormir sin problema hasta las 02:00 de la madrugada y a partir de ahí comenzaba “la fiesta”. No fue hasta las últimas semanas cuando achaqué la imposibilidad de coger de nuevo el sueño al malestar, incomodidad o ardor de estómago pero hasta ese momento tenía insomnio simplemente porque sí.
Con mi hijo esto no me ocurrió, dormía como un lirón y si alguna noche me fue difícil dormir fue debido al horrible calor de agosto que nos tocó padecer ese año.
- Dolores en la parte baja del abdomen y pinchazos en la vejiga: Con Pulguita estas molestias han sido constantes y casi diarias en el último trimestre. Pienso que se han podido deber al hecho de que ella estaba colocada en cefálica y presionaba con su cabeza tanto mi pelvis como la vejiga. Con mi hijo no sentí ninguna de estas molestias y la pesadez de tripa que he tenido con la nena no se hicieron tan patentes con mi niño. Otra evidencia clara de la diferencia entre tener un niño en cefálica y otro de nalgas es que esta vez he tenido un ensanchamiento de caderas que no tuve con mi hijo.
- Movimientos fetales: Mi niño fue bastante más tranquilo en la tripa de lo que ha sido su hermana. Sus movimientos siempre fueron contínuos pero mucho más leves que los de Pulguita. La niña se ha pasado el trimestre pateando con fuerza mis riñones, pulmones, vejiga y costillas. Tal era el movimiento que se traía que los golpes no sólo me despertaban por las noches sino que a veces me dolían como si de un puñetazo se tratara. He pasado días realmente malos con sus clases de kick boxing.
- Peso: En este segundo embarazo he cogido dos kilos más que en el embarazo de mi hijo. En total me he plantado en 21 espléndidos kilazos que, sin embargo, no se han notado físicamente tanto como sí ocurrió con mi niño. Ha habido gente que me ha llegado a decir que sólo he engordado de tripa y os aseguro que no cogí 20 kilos sólo en la tripa. Quizá porque los últimos meses de embarazo de mi hijo me pillaron en verano, estaba mucho más hinchada, con edema y sensación de “gordura” que con la niña aun habiendo cogido más peso.
En definitiva y por muy hermanos que sean, no hay dos embarazos iguales. Ambos me han aportado muchas cosas distintas aunque a nivel de variedad de sensaciones me quedo, sin duda, con el de Pulguita que me ha aportado días buenos, malos y regulares sin dejar que me acostumbrara a nada concreto. ¡Ya se sabe que las niñas son guerreras!
Siempre se escucha eso de que no hay 2 embarazos iguales, y temo que sea verdad también en mi caso, porque como el primero ha sido tan bueno, si el día que nos lancemos a por un segundo bichillo la cosa cambia radicalmente ¡me voy a arrepentir mucho de haberme vuelto a meter en estos berenjenales!
Bueno, eso nunca se sabe! Ojalá si algún día tienes un segundo sea igual de bueno. De todos modos, aún con un embarazo malo todo se olvida al ver la carita de tu bebé así que tampoco pensemos en ello
Yo sólo he tenido un embarazo pero veo que sí es cierto eso de que cada embarazo es diferente. Muy buenas tus crónicas de maternidad, me gusta mucho leerlas 🙂
Muchas gracias! Me alegra que te gusten! Me encanta plasmarlo todo para que mis niños lo puedan leer cuantos dan mayores 🙂
No hay embarazos iguales, como no hay dos hermanos iguales, también hay que contar el periodo del embarazo de la mujer, si hay un hermano ya… Pero de todas formas, me parece a mí que Pulguita tiene más carácter que el hermano 😉
Pulguita es de armas tomar, maja! 😉
De todos modos tienes mucha razón con que no es lo mismo vivir un embarazo de un primer hijo que cuando ya hay otro niño; por muy bueno que sea el embarazo siempre se suele hacer más duro teniendo que cuidar a otro peque.