Uno de los imprescindibles en mi lista para el bebé siempre ha sido el chupete. Lo fue para mi hijo y lo está siendo para mi Pulguita. Obviamente cada bebé es un mundo y habrá quien no necesite ni teta, ni dedo, ni chupete para lograr dormir o calmarse pero pocos bebés conozco así – por no decir ninguno-.
Tengo una amiga que me contaba que su sobrino necesitaba la teta para calmarse porque no quería el chupete. Esto es algo lógico y completamente normal pero cuando esa necesidad se convierte en dependencia y nada le consuela si no es la teta de su madre, genera una angustia y una frustración importante, tanto al bebé como a la mamá. Al menos así me lo contaba mi amiga. Y es que habían sido varias las ocasiones en las que su cuñada había tenido que abandonar su tienda (¡suerte que era la dueña de su negocio!) para ir a la guardería de su hijo a calmarle tras dos horas de llanto sin consuelo. Bastaba un poquito de teta de mamá y el niño se callaba.
Otra conocida me contaba el otro día que su bebé de 15 meses se despertaba entre 15 y 20 veces en la noche buscando el pecho de su madre. Cuando mamaba no era por hambre, tan sólo lo necesitaba para volver a dormir. Las ojeras que esta mujer tenía no se camuflaban ni con el mejor de los maquillajes y ella me confesaba estar al borde de una depresión por una falta de sueño que estaba segura que podía solucionarse si su hijo quisiera chupete.
Hay otros bebés que a falta de chupete o teta recurren a su propio dedo y, ya lo dicen los pediatras, este hábito puede ser difícil de quitar además de acarrear serios problemas a la larga en el desarrollo bucodental del niño y malformaciones en el propio dedito.
Existe una corriente de crianza que aboga por respetar los ritmos del niño y retirar el chupete cuando éste quiera y esté preparado; al igual que se hace con el pañal. Yo soy muy respetuosa en temas de crianza pero no estoy para nada de acuerdo con esto porque para mí no es igual la retirada del pañal que la del chupete. Defiendo una retirada del pañal concienciada y respetuosa con los ritmos del niño (así lo aprendí con mi Mayor tras darme de bruces en un par de ocasiones por querer quitárselo sin estar preparado) porque quitárselo antes de tiempo sólo puede traer consecuencias negativas para todos. Sin embargo el chupete es un artilugio que difícilmente un niño querrá dejar por propia voluntad pues va generando cada vez más adicción a medida que pasa el tiempo y su uso prolongado puede llegar a afectar al habla, a la formación del paladar y a la dentición por lo que flaco favor hacemos al niño dejando que lo use más allá de una cierta edad.
La retirada del chupete de mi Mayor fue facilísima e influyó el hecho de que no lo utilizaba más que para dormir o en momentos puntuales del día así que en cuanto cumplió los dos añitos decidí retirárselo. Empecé a hacerlo de forma paulatina, quitándoselo primero por el día y calmándole cuando lloraba de otra forma que no fuera con el chupete (costaba más que el llanto cesara pero lo acabamos logrando en cuestión de días) y cuando ya dejó de pedirlo durante el día pasé a retirárselo por la noche.
Pulguita lleva el mismo camino que su hermano pues no es una niña dependiente del chupete. Lo utiliza tan sólo para dormir aunque confieso que me da la vida el hecho de que el chupete mitigue los múltiples microdespertares que tiene a lo largo de la noche no llegando de este modo a desvelarse nunca.
Cuando era muy chiquitita el chupete nos ayudó también en esas tardes tontas de llantos (¿quizá por cólicos?) en los que nada parecía calmarla. Durante unos días dudé mucho sobre usar o no chupete por aquello de que éste pudiera afectar a la lactancia cuando aún no estaba establecida pero en una de mis varias visitas a la asesora salí con mi duda más que despejada: Chupete sí. Siempre.
Puede que esta contundente afirmación os deje tan alucinados como a mí, que siempre había escuchado lo contrario, pero esta asesora me comentó que eso de que no debe darse chupete a los bebés hasta que la lactancia esté establecida no era cierto pues los bebés saben distinguir perfectamente la succión del pecho –para extraer alimento- de la del chupete que no sirve para “sacar nada”. Me explicó que todos los casos que veía de bebes con confusión tetina-pezón eran debidos a biberones que los padres les daban angustiados porque no lograban calmarlos. Me decía que ese “parece que se queda con hambre tras la toma de pecho porque llora” podía haberse solucionado perfectamente con un chupete que no hubiese afectado (o lo hubiese hecho en menor proporción) de la misma forma que el biberón.
Diciéndome esto recordé el episodio vivido en el hospital cuando mi Mayor nació. Bebé llorando a pleno pulmón y nada parecía calmarle. Me angustié y pedí un chupete en el hospital pues, lista yo, no había echado ninguno en la maleta. En el hospital no lograron conseguirme un chupete y angustiada tras una hora de llantos acabé pidiendo un biberón. ¿Resultado? Alergia a las proteínas de leche de vaca y lactancia fracasada.
Desconozco si lo que me contó esta asesora es ciencia ficción o una realidad basada en su experiencia pero al menos yo sólo puedo hablar maravillas del chupete ya que nos ha ayudado en momentos de desconsuelo y llanto y a la hora de retirárselo a mi hijo fue algo sencillo. ¡Espero que con Pulguita también sea igual!
Yo tambien recurrí a él con los ”cólicos” de mi hijo, y a día de hoy es cierto que lo usa más frecuentemente que antes (lo escupía mucho) pero está ahí cada noche. Lo normal es que después de dormir lo escupa, pero cuando está cambiando de fase de sueño y está más inquieto (aunque no despierto) se lo pongo, lo coge con ganas y de vuelta al sueño profundo. Durante el día nos ayuda a hacerle esperar esos segundos (o minutos) antes de que te de tiempo a prepararle lo que sea (desayuno, merienda o cena). Para mi un alivio, por suerte puede ir a cualquier parte sin él, por eso no sufro si se nos olvida en casa.
Biel fue muy de chupete, de hecho lo ha usado hasta los tres años.
Dudé si quitárselo antes, pero vi que era su vía de escape para calmarse, además de para dormir, y no quise quitárselo (desde que nació Aina le compramos varios chupetes porque rompía las tetinas… imagino que mordía de nervios –¿celos tal vez?). Justo cumplir los tres años, en la reunión de inicio de P3 nos decían esto de quitar chupetes, bibes, etc por lo del tema del habla y mi marido y yo nos miramos con cara de “menudo verano vamos a pasar para quitarle el chupete”. Pero luego fue lo más sencillo del mundo: coincidió que tenía una llaguita en la boca y le dolía el chupete, por lo que estuvo casi una semana sin usarlo. Luego al quererlo le dijimos que ya no le dábamos, que era mayor y esas cosas, y él se conformó con la respuesta. No sé cómo hubiera ido si no hubiera tenido la llaguita… pero casualidad o no la retirada nos fue bien. Es cierto que a veces coge alguno de su hermana y lo mira con cara de tentación, pero sonríe y lo deja… aix…
Y Aina no es de chupete. Ella es de teta, pero tiene un par de chupetes que de vez en cuando usa mi suegra o mi marido cuando no estoy, pero no lo aguanta mucho tiempo seguido.
Me ha salido uno de cada!!
Yo reconozco que fui antichupete hasta que la lactancia con mi bichilla estuvo bien establecida. Cuando a los 7 meses empezó a desvelarse mucho de noche, traté de que le cogiera afición para descansar yo un poco más,pero no ha habido manera. Y mira que tengo chupetes monísimos que me gustaría lucir, pero a esta niña el plástico no le calma nada.