Las consultas al pediatra, especialistas y visitas a urgencias suelen ser de lo más habitual cuando se tienen niños, máxime si son tres y sus edades se sitúan entre los siete años y los 18 meses.
La alergia de mi hijo mayor, algunos sustos que nos ha dado la mediana y la bronquiolitis de mi bebé, me ha hecho conocer en este tiempo a muchos profesionales sanitarios y sus diversas formas de proceder.
Aunque en la mayoría de los casos el trato por parte del personal sanitario es fabuloso (comenzando por la pediatra de mis hijos que es, simplemente, maravillosa), en otras ocasiones nos ha tocado soportar actitudes poco profesionales.
Creo que los padres no debemos callarnos ante este tipo de situaciones y leyendo posts como el de Mamá sin complejos o recuperando lo escrito por el enfermero Armando Bastida hace algunos años, me reafirmo aún más en la importancia de dar visibilidad a ciertos comportamientos poco (o nada) profesionales.
Bronquiolitis por VRS: qué es, cómo se trata y cuál es nuestra experiencia
Falta de empatía
Aún recuerdo el diagnóstico frío, inhumano y sin ningún tipo de fundamento de una enfermedad grave que le hicieron a mi hijo tras medio minuto de exploración. A raíz de aquello nos vimos envueltos en casi un año de pruebas y visitas a diversos especialistas que abrían los ojos como platos cuando les contábamos lo que nos había llevado hasta allí.
Cuando todo acabó y por fin pudimos respirar aliviados pensé seriamente en denunciar el calvario por el que habíamos pasado debido a la poca profesionalidad de un médico con la boca demasiado grande. Pero te topas con la burocraria y con sanitaros que aún dándote la razón con sus gestos, cubren al compañero metepatas que probablemente vuelva a poner en jaque a otras familias con sus diagnósticos ligeros. Al final decides no denunciar pero cada vez que recuerdas el episodio vivido se te revuelven las entrañas.
No permitir el acompañamiento
También nos hemos encontrado con enfermeras y auxiliares que no han dudado en echarnos de la consulta mientras extraían sangre o hacían algún tipo de prueba a nuestro hijo. Y en esos momentos no lo discutes porque te pilla fuera de juego, asustado y probablemente sin experiencia. Y esperas al otro lado de la puerta mientras escuchas a tu hijo llorar y llamarte sin saber que os ampara la ley y que nadie puede impedirte que acompañes a tu pequeño en una prueba rutinaria.
En la misma línea, están aquellos sanitarios que te asustan diciendo que no puedes acompañar a tu hijo a realizarse una prueba de rayos porque estás amamantando y la radiación puede afectar a la leche materna. Y tú, que las has pasado canutas con la lactancia y que por fin has conseguido encarrilarla, no dudas de su palabra y decides esperar en la puerta, no sea que todo se tuerza si no acatas las indicaciones.
Pero cuando te enteras de que no es así y de que esta prueba es perfectamente compatible con tu lactancia, te tiras de los pelos y encima te sientes culpable por no haberte informado por otras vías y no haber acompañado a tu hijo en un momento como ese.
¡Así que desde aquí pido a médicos, enfermeras y demás profesionales sanitarios que se informen y formen en lactancia! Cuantos casos habrá como el mío y cuantas lactancias perjudicadas por la ignorancia de quienes, se supone, deberían asesorarnos correctamente.
Trato a los padres poco profesional
Luego están los médicos y enfermeras que te llaman “mamá”, que se dirigen a ti con gesto de superioridad y que ignoran muchas de las cosas que estás tratando de explicarles.
- “Es que las primerizas os alarmáis por todo” – tuve que escuchar en Urgencias en alguna ocasión antes de que mi hijo fuera diagnosticado de su alergia, con tan sólo 20 días de vida, color cetrino y sin haber recuperado aún el peso del nacimiento
- “Como os asustáis los papás con la fiebre. ¡Así pasa, que nos saturáis las urgencias y no damos abasto!” – me reprochó una enfermera una de las veces que mi bebé acabó ingresado por bronquiolitis.
Soy muy consciente de lo que son las Urgencias y cuando mis hijos enferman siempre procuro esperar a la cita con el pediatra. Con los años y la experiencia, creo que he aprendido a valorar cuando la situación es realmente alarmante y cuando no lo es, aunque lógicamente puedo equivocarme.
Sinceramente, no creo que haya muchos padres a los que les apetezca pasarse una noche en las urgencias de un hospital por lo que, si realmente la situación que nos ha llevado hasta allí con nuestros hijos no es importante, pienso que hay miles de formas de hacérnoslo saber sin menospreciar, faltar al respeto o hacernos sentir mal por hacer uso de un servicio que, dicho sea de paso, pagamos entre todos.
Trato a los niños poco delicado
Pero si hay algo que no puedo soportar es que un profesional que trabaja con niños no sepa tratar con ellos. Me he topado con pediatras/enfermeras que han tratado a la fuerza de abrir la boca a mis hijos para mirarles la garganta, que les han inmovilizado la cabeza con toda la fuerza posible para mirarles los oídos, que no me han permitido cogerles en brazos o amamantarles mientras les vacunaban o que, simplemente, no han sido capaces ni de dirigir una sonrisa a un niño pequeño que está enfermo y asustado. Lo siento pero eso me supera.
Trucos para poner aerosoles a los niños
Hace dos meses mi hija se luxó la mandíbula en una caída. Ante sus incesantes llantos y la imposibilidad de abrir la boca, acudimos a urgencias. ¿Y qué sacamos de esa visita?: dos minutos de exploración entre gritos y alaridos, el emplazamiento a que le viera su pediatra en una semana y un informe de alta en donde se indicaba (cito textualmente): “dificultad para la exploración por poca colaboración por parte del paciente”.
Salí de allí muy enfadada. ¿En serio no hay una forma mejor de tratar a una paciente de tres años, que ha sufrido una caída, que está asustada y muy dolorida y que, lógicamente, se niega a abrir la boca porque ese gesto le produce un dolor insoportable? ¿Tanto trabajo cuesta buscar la forma de llegar a un niño que está aterrado, enfermo y/o dolorido?
Humanización en los cuidados pediátricos
Es una triste realidad la pérdida de empatía en la sociedad, pero cuando los niños son los principales afectados, realmente da mucho que pensar. Por eso, creo imprescindible que exista humanización en los cuidados pediátricos, de manera que los peques y sus familias se sientan arropados y cálidamente atendidos en momentos que suelen implicar nerviosismo, miedo y vulnerabilidad.
Y vosotros, ¿habéis sentido la humanización en los cuidados pediátricos o, como yo, habéis vivido situaciones que dejan mucho que desear?
Foto de portada | Foto de Los Muertos Crew en Pexels
Tienes razón. Es indignante que haya profesionales así y que encima le echen la culpa al paciente, que vaya que es un niño…
Pero supongo que el personal médico ve de todo y no creo que todos los padres sean tampoco de libro.
Vamos que hay de todo como en todos los lados, desafortunadamente.