A medida que Pulguita ha ido creciendo siempre me ha parecido que era más rápida que su hermano en temas psicomotrices y eso que mi Mayor fue un fuera de serie en ese aspecto y con ocho meses caminaba de la mano, con nueve daba algún pasito solo y con diez y medio ya lo hacía perfectamente y sin ayuda. Recuerdo pasarme su primer cumpleaños detrás de él, persiguiéndole por todo el jardín porque el pillín robaba los globos que trataba de colgar en una guirnalda y se iba con ellos a la carrera.
Mi niña empezó a ponerse en pie en torno a los seis meses y con siete esta práctica ya era una constante en su día a día. La primera vez que la vi subirse al cesto vacío de sus juguetes para tratar de llegar a algo que estaba más alto que ella pensé que le acabaría dando cien mil vueltas en temas psicomotrices a su hermano.
Poco a poco fui viendo, asombrada, como subía las escaleras gateando, salvaba todo tipo de obstáculos por muy altos que parecieran o se recorría el sillón de dos metros con pasitos laterales y a la velocidad de la luz. ¡¡Y todo ello bastante antes de cumplir los ocho meses!!
El mismo día de su octavo cumple-mes, mi niña nos deleitó bailando y aplaudiendo mientras se ponía en pie sin ayuda con tal dominio del equilibrio que papá y yo creímos que echaría a andar en ese mismo momento. Pero aunque hoy, a pocos días de cumplir su primer añito, camina perfectamente agarrada de la mano y da varios pasitos sola, su forma de desplazarse sigue siendo el gateo.
La ciencia ha demostrado que el gateo es una fase realmente importante para el desarrollo cognitivo del bebé ya que permite la conexión entre ambos hemisferios cerebrales y con ello una mayor coordinación de movimientos. Además, gatear sirve para tonificar los músculos que le permitirán ponerse en pie y caminar meses después y le ayuda a medir las distancias del mundo que le rodea.
La predilección que mi niña siente hacia el gateo ha hecho que se recree en esta fase aparcando lo que, inicialmente, parecía un precoz inicio de sus primeros pasos y yo estoy maravillada con esta etapa ya que es algo que no viví con mi Mayor y que me resulta realmente enternecedora.
Y tiene que estar para comersela!
¡Y tanto! Es muy pizpireta ella y muy graciosa. ¡Te la comes con patatas! jajaja
Los segundos parece que van más aventajados, porque tienen doble maestro 😉
Y tanto que sí! Con tal de seguir a su hermano allá donde vaya, es capaz de aprender a volar si hiciera falta 😉