Hace dos meses y medio que se acabó nuestra lactancia. Ocurrió de una forma repentina y aunque en aquel momento no entendí muy bien a qué podía deberse semejante cambio de actitud en mi hija, poco después supe que probablemente se había debido a este nuevo embarazo.
Ya comenté en este post como ocurrió el destete y si bien Pulguita llevaba días –o incluso semanas- mandándome señales que podían hacer presagiar que el final estaba cerca, cada vez que volvía a mamar con la misma intensidad y complicidad de siempre pensaba que quizá se trataba simplemente de un bache, o de una “huelga”. Hasta que una mañana, sin más, se acabó.
Días después del fin de la lactancia supe que estaba embarazada de 8 semanas y es cuando empecé a ligar ambos acontecimientos. Según la Asociación Alba, un 62% de niños abandona la lactancia durante el embazo de su madre pues la producción de leche baja considerablemente. Si a eso unimos que mi hija es muy glotona y ansiosa y que disfruta como nadie con la comida de todos, parece más que lógico entender que prefiriera dejar algo que además de suponerle esfuerzo no le daba la cantidad deseada.
Durante varias semanas he seguido ofreciéndole el pecho en ambientes íntimos y relajados, como el momento del baño o el previo a irse a dormir, con el objeto de que volviera a engancharse. Pero ella me mira, me acaricia y niega rotundamente con la cabeza. Su decisión está tomada desde hace tiempo y poco puedo hacer al respecto.
Aunque confieso que en algunos momentos me ha dado pena este hecho –sobre todo cuando veo que aún me sigue brotando la leche sola- me alegra profundamente que el momento lo haya decidido ella, sin traumas y de una forma tan sencilla y rápida.
Se une además el hecho de que mi ginecólogo me advirtió que más allá de la semana 14-15 no podría continuar con la lactancia pues con los antecedentes de contracciones tempranas que tengo, unido a la malformación uterina y el embarazo de riesgo, podía peligrar la gestación.
Si a ello le sumo que en este segundo trimestre estoy teniendo bastantes molestias en los pechos y tanta sensibilidad que el mínimo roce me produce dolor, me tranquiliza que el momento del destete no lo haya tenido que elegir yo por imposición.
La lactancia en tándem debe ser algo precioso pero creo que me quedaré con las ganas de probarlo. Hay mamás que me dicen que puede que Pulguita se reenganche cuando nazca su hermano… ¡Sólo el tiempo lo dirá!
Me alegro que la decisión haya sido suya.
A mi me alegraría que pitufiña decidiera lo mismo (aunque a la vez un poquito de pena) porque estoy muy hecha polvo de no dormir por las noches , pero me parece a mi que no tiene ni la minima intención 😉
No suelo comentar mucho en tu blog, pero me ha llamado la atención esta entrada porque a mi hijo de 13 meses le está pasando exactamente lo mismo, con la diferencia que yo no estoy embarazada. No quiere más pecho, si se engancha, está unos 5 segundos y se quita, pero últimamente no quiere ni engancharse, llevo como una semana sin darle y me da penita, pero creo que no hay vuelta atrás! Un saludo y que vaya todo genial con el nuevo embarazo!