El otro día hablaba con mi marido sobre lo duras que son las etapas que vamos viviendo como padres. Es cierto que llega un día en que te sientas frente a tu hijo y no aciertas a recordar en qué momento creció tan rápido y cómo es que sus primeros años se te han escapado tan velozmente entre los dedos.
Pero cuando te encuentras batallando con las etapas propias de los primeros años de vida de tu hijo, a veces parece que el túnel no tiene fin.
Cuando llegas a casa con el bebé en brazos comienza la verdadera puesta a prueba. ¿Hasta cuándo serás capaz de resistir sin dormir?, ¿cuántas horas de teletienda de madrugada puedes llegar a ver sin desesperar?, ¿a cuántas duchas eres capaz de renunciar por falta de tiempo?, ¿cuántos de tus amigos y gente de tu entorno entenderá tus ataques de ira, de frustración, de miedo…? En definitiva, ¿cuándo volverás a mirarte en el espejo y a reconocerte?
Cólicos, tomas nocturnas, lactancias que no terminan de encarrilarse, lloros de madrugada… Cuando un padre y una madre se encuentran enfrascados en este bucle sin prácticamente saber cuándo es de día o de noche, parece casi imposible llegar a pensar que exista luz al final del túnel. Pero realmente la hay, y lo que he descubierto es que algunas de las futuras etapas que quedan por recorrer serán bastante más complejas y estresantes que esos “dulces” primeros meses.
De la etapa de bebé a la primera infancia
Cuando entre nuestro hijo y nosotros ya se ha establecido un vínculo que nos hace entenderle a la perfección, interpretar sus llantos e incluso anticiparnos a sus deseos, comienzan otros de los grandes quebraderos de cabeza para los padres: la introducción de la alimentación complementaria (y cruce de dedos porque esta sea perfecta, libre de alergias e intolerancias y que guste al peque), primeros virus (sobre todo si el bebé va a guardería) y primeros gateos y pasos, con el riesgo de golpes, chichones y caídas que nos pondrán el corazón en un puño en más de una ocasión.
Y corriendo los meses superamos esta nueva etapa que creíamos interminable. Atrás quedan nuestros dolores de lumbares enseñando a caminar a nuestro hijo; ahora vamos más allá. Debemos entrenarnos en correr de cero a 100 en menos de cinco segundos, tiempo suficiente para que al peque se le haya ocurrido subirse al tobogán más alto del parque y arrojarse por él cabeza abajo o salir corriendo detrás de una pelota sin importarle la carretera. Entonces nos acordaremos de los inocentes chichones cuando comenzaba a gatear y de los “infartos” que sufríamos con algunas de sus leves caídas.
Y en un abrir y cerrar de ojos nos enfrentamos a la retirada del chupete y del pañal, dos de los procesos que vivimos con mayor complejidad y angustia en la vida de nuestros hijos pequeños. Momentos que, para más inri, suelen coincidir con una fase cuyo nombre nos genera un respeto y un miedo irracional: “los terribles dos años”. Ahora sí que empieza lo bueno:
- hay que hacerse expertos en lidiar situaciones embarazosas;
- ignorar miradas de la gente mientras tu hijo grita y patalea en medio de la calle fruto de una de sus más de cien rabietas diarias;
- torear comentarios ajenos de quienes saben más que tú sobre la crianza de tu hijo;
- batallar con sus continuos “¡¡NO!!” y con los Mr. Hyde que se apoderan de él…
- en resumen, en intentar conocer de nuevo a ese hijo que ya creías conocer perfectamente y que de la noche a la mañana se ha esfumado como por arte de magia
Pero todo tiene un fin…
Desde mi experiencia puedo afirmar que esta etapa es el culmen de todo lo que llevamos vivido hasta la fecha como padres. Siempre pensamos que nada podrá superar el –a veces- terrible bucle en el que nos encontramos, pero casi siempre el siguiente escalón supera, con creces el anterior. Cuando llegamos a la compleja fase de los dos-tres años parece que el túnel se ha cerrado sobre nosotros. Estamos tan cansados y tan perdidos que incluso puede que dudemos sobre si lo estamos haciendo bien. Pero aunque cueste verlo, a lo lejos se atisba una puerta de esperanza y de disfrute pleno de la paternidad.
¡Que no se me malinterprete!, pues todas las etapas tienen sus cosas bellas pero, al menos desde mi perspectiva y desde lo que llevo vivido, el paso de los tres a los cuatro años es, con muchísima diferencia, el mejor momento vivido. Pronto hablaré de ello en un post porque creo que la magia que se genera en la relación padre-hijo en esta etapa merece, sin duda, un espacio aparte. Y llegado el día también espero poder hablar de la adolescencia, de los cambios de humor, de las relaciones entre padres e hijos… Seguro que entonces la etapa de los dos años me parecerá una absoluta bendición 😉
No sabes lo especialmente bien que me viene hoy esta entrada… Ando en pleno túnel oscuro de los 2 años, con las hormonas totalmente descontroladas por mi segundo embarazo, muy, muy cansada por no poder dormir todo lo que necesito… y no sentirse sóla en estos sentimientos, reconforta y mucho. Un abrazo.
Contesto en esta respuesta porque es justo como me siento yo también. Mi niño entrando en los terribles dos años, con sus rabietas, “nos” y demás. Lo peor el tener que soportar comentarios de la gente. Para más inri tener las hormonas descontroladas por culpa del embarazo y pensar que todo es más cuesta arriba de lo que posiblemente es…
No estamos solas 😉
Un saludo!
Pufff… es que tu caso es más difícil de llevar. Siempre los embarazos requieren de mucha tranquilidad y con un peque en esa fase imagino que será difícil. Mucho ánimo guapa!
Me ha encantado este post. Tan realista, pero a la vez tan entrañable y lleno de esperanza. Gracias por compartirlo.
Un abrazo.
Gracias a tí por leerlo guapa!
Totalmente de acuerdo, para mí los dos años fueron lo peor, de lo vivido hasta ahora, incluso peor que la llegada del hermanito que de momento va francamente bien. Yo tuve suerte porque mi mayor fue un bebé muy tranquilo, poco llorón, nunca gateó y empezó a caminar con casi 16 meses con lo que no sufrí mucho porque cuando empezó a hacerlo lo hizo genial y con mucha seguridad. Esa fase coincidió con el comienzo de la guardería que fue un poco complicada por los virus y verle siempre malo me partía el corazón pero realmente lo duro fueron las rabietas que más tarde vinieron. Ver como un nene guapo y adorable se volvía un Mr. Hyde como tú cuentas, en fin fue muy duro. Pero desde que cumplió los 3 años la cosa cambió y para bien, desde entonces hasta ahora con momentos complicados como la retirada del pañal que la hemos culminado hace poco aún con casi cinco años como cuento en mi blog, puedo decir que he disfrutado a tope con la maternidad, de ahí que me haya animado a repetir. El peque de momento es muy tranquilo como era su hermano pero ya sé que esta fase no durará siempre y ya me voy preparando para la que se avecina para él y para su hermano.
Es que la etapa de los dos años es a veces muy complicada. En mi caso además me la comí yo sola, como se suele decir porque tenía al peque en casa y nadie que me echara una mano durante el día así que fueron unos meses realmente agotadores.
No pienses en los 2 años del peque porque igual te sale un angelito!
Los terribles 2 años? y eso qué es?? 🙂
Con la perspectiva del tiempo te das cuenta de que no eran para tanto y estoy contigo, todas las etapas son bonitas, pero los 3, 4 y supongo que los 5 también, son magia pura.
Felicidades!
MAGIA! Tú lo has dicho!
Me encanta el post y cómo has ido describiendo todo…..estoy totalmente de acuerdo contigo, cada etapa que va pasando a mí me va pareciendo más compleja….fíjate, que cuando Vega era una recién nacida (primeros meses) estaba deseando que creciese y ahora estoy deseando de tener a Izan para saborear bien esos pequeños placeres del recién nacido (con Vega también los saboreé, pero creo que no de igual forma). Ahora muchas veces pienso, pero cómo no me daba tiempo a ducharme cuando era bebé, si sólo dormía y comía??…y la respuesta es que me pasaba horas contemplándola, sin embargo ahora es cuando me cuesta más administrar mi tiempo!!!
Un besazo
Tú tienes mucha suerte porque vas a poder vivir esa segunda maternidad con un grado importante de experiencia que te hará relativizar aquellas cosas que no son tan importantes y saborear las que realmente lo son 🙂
Entiendo perfecto. Estoy exactamente en esta etapa. Gracias por describirlo tan bien!!! Besos!!
Ánimo mi niña, que ya sabes que se pasa!
Me ha encantado leerte, por la nostalgia que me ha generado y porque nos haces ver a todos la normalidad de estas etapas, sobre todos para los que aún estamos en los dos 🙂
Un besazo
Ya ves! Cuando echamos la vista atrás nos damos cuenta de que en ocasiones nos ahogábamos en un vaso de agua, aunque en aquel momento supusiera para nosotros una etapa realmente dura de sobrellevar. ¡Ánimo!
como siempre, me quito el sombrero, yo no hubiera podido describir las etapas por las que pasamos al ser padres tam bien como tu, lo has clavao!
Me has hecho hasta reir con lo de correr de 0 a 100 en 5 segundos, con lo de tirarse de cabeza por el tobogán más alto, con lo del lumbago cuando les enseñamos a caminar…
yo ahora que estoy de lleno sumergida en los terribles 2 años, no sabes lo que echo de menos aquellos “dulces” primeros meses(como bien dices tu), a veces me pregunto exactamente lo mismo que tu has descrito, que se me escapa de las manos…que algo estamos haciendo mal, que si ahora tiene este par de ovarios…como será con unos añitos más…legada la pubertad, miedo me da. Pero ahora te leo y veo una esperanza, una puerta abierta y una luz al final de este casi túnel…jajaja mi niña no es una salvaje, ni una maleducada, ni una desobediente, ni una aprendiz de KINKi(jajaja) mi niña está poseída temporalmente…así que ahora, aunque la mayor parte del tiempo siento que es otra y que me perdí en el momento de dicho cambio, sé que es una fase más, que la mayoría de niños lo pasan y que mi niña no es ni peor ni más bicho que otros, solamente está en la fase de los “TT”…
Por suerte o por desgracia, todo lo que nos gusta o nos disgusta…al final también pasa;)
Muacks
Jajajaja! Me encanta lo de “poseída temporalmente”. Paciencia. De verdad que se pasa. Te juro que los 3 años son ESPECTACULARES. A mí me tiene loca de amor!
Mañana mi hija cumple 4 años. Y me asusta lo rápido que ha pasado el tiempo. Hace nada ella era la única bebé de la familia, y ahora tiene una hermana a la que mima más que cualquiera de los padres. Las etapas, cuando se viven por primera vez, son educativas, divertidas, terroríficas, somnolientas… Pero son geniales pasarlas con nuestro hijo.
Felicidades a tu princesita! Seguro que pasais un fin de semana estupendo!