A medida que mi hijo va creciendo, se van definiendo ciertos rasgos de su personalidad que antes pasaban desapercibidos. Ahora estamos en una fase (no sé si será pasajera o ya se quedará para siempre con nosotros) de timidez. Pero es una timidez “curiosa” porque no ocurre siempre ni con todas las personas.
Hay algo que al peque le pone especialmente nervioso y son los encuentros con amigos o familiares a los que él no conoce o no recuerda. Se suele esconder e incluso tapar la cara para evitar dar un beso o que le saluden. Por suerte la inmensa mayoría de la gente suele ser bastante respetuosa y simplemente tienden a ignorar la situación. Cuando esto ocurre a los 10 ó 15 minutos el niño ya se muestra tal y como es; cariñoso, confiado, risueño y hablador.
Pero en ocasiones se da la situación opuesta: conversaciones que empiezan a girar en torno a él, silencios que se hacen esperando a que hable, robo de besos forzados en contra de su voluntad… Y es entonces cuando esta timidez se transforma en desconcierto y a veces incluso en llanto.
En general cualquier situación que le viene “impuesta” la afronta con timidez y nerviosismo pero no ocurre lo mismo cuando es él quien las busca. Su tutora me dice que no para de hablar (me temo que en casa no tenemos secretos para ella) y que es tremendamente amigable con todos los compañeros. También veo cómo le gusta hablar con los padres de sus compañeros de clase -como si los conociera de toda la vida- o cómo enseguida entabla conversaciones con cualquier niño desconocido del parque.
Sociable y hablador para unos; tímido y “sin lengua porque se la ha comido el gato” (¡como detesto esta frase!) para otros.
Así es mi peque y aunque de momento parece que su carácter es más introvertido que extrovertido, creo que es pronto para saberlo y como adultos debemos procurar dar a los niños toda la confianza posible, huyendo de etiquetas y frases hechas que lejos de ayudar pueden mermar su autoestima.
Son muy pequeños y se enfrentan a un mundo que parece que crece por momentos. Al principio era sólo mamá y ¡de repente! Casa, familia, amigos, cole, parque… ¡¿¿Esto que es??! Pobrecillos. Tiene que asimilarlo demasiado rápido y los adultos muchas veces no nos acordamos de cuando nos pasó a nosotros y no nos ponemos en su lugar.
La verdad es que sí. Todo ocurre demasiado deprisa y a veces los adultos no nos damos cuenta del estrés que a ellos les puede suponer
Mi hijo siempre lo ha sido, y lo sigue siendo… pero ahora con 9 años gestiona mucho mejor sus emociones; es algo que hemos trabajado mucho desde el respeto de su personalidad, pero ofreciéndole recursos para superar situaciones de ansiedad.
Es bueno que su entorno lo respete igual que lo hacéis vosotros. El tiempo y maduración hacen el resto.
Es solo su personalidad, y puede resultar tremendamente arrolladora con lo que ellos deseen.
Saludos!
Qué bueno! Me ha gustado mucho leer tu experiencia y el respeto tan grande con el que habéis tratado esos momentos. ¡Enhorabuena!
A mi hijo, algo más pequeño que el tuyo, le ocurre algo parecido, en los ambientes en los que se siente seguro es un parlanchín que no para, sin embargo ante personas, situaciones o lugares nuevos reacciona algunas veces con cautela y timidez. Pero he observado que es un rasgo común en muchos niños de su edad, por ejemplo en sus compis de guardería. Yo creo que es una firma de adaptarse al entorno natural más que un rasgo muy determinante de su personalidad. 🙂
Es que hay que ir poco a poco. Nos pasa a los adultos, ¿por qué no les iba a pasar a ellos?
Estoy de acuerdo contigo en tu último párrafo. Ahora están formando su personalidad, y tenemos que ayudarles a definirla. La timidez no está muy mal, yo recuerdo ser muy tímida de pequeña, y perderme mil fiestas por eso, a mis hijas trato que esa timidez sea la justa, que no lo pasen mal, pero las veo muy extrovertidas :p
Hay que tener muchísima precaución con lo que se dice de los peques pues de ello pueden depender muchos rasgos de la personalidad que se está forjando
Me quedo totalmente con el último párrafo.
Es demasiado pronto, tienen que vivir muchas cosas todavía, y poner etiquetas no es para nada beneficioso.
Salu2
Desde luego que no lo es! Dejemos que cada niño sea como quiera ser