No soy muy partidaria de llevar a los niños pequeños a campamentos de verano a no ser que exista una clara necesidad de hacerlo por motivos laborales y siempre y cuando no sean posibles otras vías como abuelos (si ellos quieren y pueden), amigos, familiares o cuidadoras.
Pienso que el curso académico es muy largo, los niños echan muchas horas en el colegio y llegan a final de junio literalmente agotados, exacerbados y deseando romper con las rutinas. Exactamente igual que nos ocurre a los adultos.
Por eso, el hecho de obligarles durante sus vacaciones a volver a una rutina diaria, con sus horarios, sus madrugones, sus actividades “impuestas”… no me convence en absoluto. Por mucho que los campamentos sean algo lúdico y divertido no dejan de convertirse en una obligación diaria para niños de corta edad que lo único que desean cuando llega esta época del año es descansar, olvidar los horarios y jugar a su aire (obviamente hablo desde mi experiencia personal y por lo que veo en mi hijo).
Pero por otro lado pienso que el verano es muy largo y que puede venir bien, en ciertos momentos, tener alternativas y planes de ocio para los peques que no les supongan mucho esfuerzo y sí una gran motivación. Por eso, siempre he dado a elegir a mi Mayor actividades para hacer en verano que fueran acordes a sus intereses y gustos. Durante tres años consecutivos le he estado llevando a clases de natación. A él le encanta la piscina, le gusta nadar y el ratito que dura la clase no sólo aprende y perfecciona sino que juega con sus amigos, se refresca y hace algo divertido.
Pero este año me he visto en la obligación –muy a mi pesar- de tener que buscar otras actividades para él que, egoístamente, me concedieran un poquito de margen y tiempo para estar tranquila dado el avanzadísimo estado de gestación en el que me encuentro.
Estuve dudando mucho y buscando alternativas que fueran lo más respetuosas posibles con mi niño pero que al mismo tiempo cubrieran mis intereses, y finalmente decidí apuntarle a un campamento urbano de multi-actividades durante 15 días.
Mi Mayor va desde las 09.00 de la mañana hasta las 17.00 de la tarde. Hace deporte, se baña en la piscina, hace manualidades, excursiones al aire libre y juegos de campo. Además, ha dado la casualidad de que coincide con varios compañeros de su cole por lo que va animado y contento de reencontrarse de nuevo con ellos.
De momento lleva pocos días pero le veo feliz. Viene contando cada día un montón de anécdotas, está encantado con su monitor y parece no llevar mal el hecho de madrugar.
Y aunque en cierto modo a mí se me parte el alma cuando toca despertarle por la mañana o cuando veo que a las 20:30 de la tarde se le caen los ojitos de sueño y cansancio, me siento satisfecha de pensar que ha tenido un día divertido entre amigos y que ha hecho un montón de actividades que de otro modo no podría hacer.
¿Y a vosotros? ¿Qué opinión os merece los campamentos de verano?
A mi no me queda otra. No puedo contar con familia salvo en momentos contados, y no me parece bien tener a mis hijas, por ejemplo, todas las mañanas de un mes entero sin hacer nada en casa, o saliendo al parque. Les pongo en un campamento de idiomas, en el que juegan, hablan en otros idiomas, hacen salidas y excursiones, practican natación y hacen amigos. Con entrada y salida flexible.
Es que es lógico, Marta, no siempre pueden estar en casa por diversas circunstancias y además luego está lo que dices, que muchos padres no podemos o no tenemos tiempo de hacer actividades con ellos y se pasan el día entero encerrados en casa, aburridos o colgados a la TV. Este iba a ser mi caso este verano porque yo ya estoy que no me puedo ni mover y no me veía capaz de darle diversión y actividades dado mi estado. Por eso decidí apuntarle.
¡Lo del campamento de idiomas me encanta! Tomo nota para mirarlo de cara al próximo verano, si surge la oportunidad, porque debe ser realmente enriquecedor.
En mi caso este verano lo paso entero yo sola con los dos porque Papimelli está fuera. A sique opté por apuntarlos quince días a una ludoteca que ha abierta una mami del cole, junto a casa. Ellos están encantados cosa que creo que hay que tener en cuenta, el hecho de no ir obligados. Soy partidaria como tú de que el curso es lo suficientemente largo como para darles más cosas que hacer en verano. Pero hay excepciones, en mi caso ellos se levantan a las 8 aunque no tengan que madrugar y da igual a que hora los acuestes…. desde las ocho de la mañana hasta las diez de la noche se pueden hacer muchas cosas y dos o tres semanas allí les vendrán estupendamente para desfogar.
Son pequeños, pero aquello está adaptado para ellos y hacen todo tipo de actividades, coinciden con niños del cole y las monitoras son de confianza.
Van de 9 a 14 lo que me permite a mi hacer cosas que con ellos es difícil como ir a hacer la compra o simplemente tener tiempo para mi aunque pueda sonar de lo más egoísta.
Ya tenemos luego la tarde para hacer otras cosas como ir a la piscina.
Si Papimelli estuviera aquí y yo no estuviera sola sin ningún tipo de apoyo posiblemente no irían a la ludoteca o lo harían días sueltos.
Un besote
Obviamente, nena, en la mayor parte de los casos no queda más opción y cuando esto ocurre es genial hacer lo que tú has hecho: preguntar, respetar sus ritmos y no obligar. A veces los peques no quieres ir pero aún así tampoco queda otra opción… Es que el tema “conciliación” ya sabemos lo que es 🙁
En cualquier caso, me alegro que los mellis estén felices en la ludoteca y disfruten. ¡Eso es lo que deben hacer!