Ya he comentado alguna vez en el blog lo mal comedor que es mi Mayor. No quiero quejarme demasiado, pues aunque come poco y regular, conozco casos de niños que suponen un verdadero quebradero de cabeza para sus padres, por lo que trato de ver las cosas en perspectiva y no angustiarme más de la cuenta.
Cuando comentas esta situación con otras madres la mayoría restan importancia al tema. Te aconsejan que no te agobies y te sueltan frases del estilo, “ya comerá”, “de hambre no se va a morir”, “seguro que es una racha”… Y sí; tienen mucha razón pero a pesar de sus comentarios y de haber leído mil veces a Carlos González, esto hay que sufrirlo en carnes propias para saber lo desesperante que a veces puede llegar a ser esta situación.
Mi Mayor es un niño muy delgado. Pero mucho, mucho. Se le marcan todos los huesitos del cuerpo y cuesta elegir ropa que le siente bien porque es como vestir a un palo. Y esto, seamos sinceros, agobia a una madre y más cuando piensas que no se trata simplemente de su constitución sino de lo mal que come.
Curiosamente, y hasta aproximadamente los 15 meses, era un niño regordete, de esos que tienen lorzas, piel lustrosa y muslos comestibles. Devoraba con los ojos cerrados grandes cantidades de leche con cereales, purés y enormes mendrugos de pan. Con él no practiqué el BLW (por puro desconocimiento) y la introducción de trozos –que intentamos en torno al primer año de edad- nos costó un mundo. Tanto que quizá por comodidad nuestra, miedo al atragantamiento, rapidez a la hora de comer… decidí alargar la alimentación a base de purés hasta aproximadamente lo dos años y medio y a pesar de que comía alguna cosita troceada (verdura, pasta y arroz, básicamente), el pescado, la carne, los huevos, la fruta e incluso la legumbre debía pasársela siempre por la batidora si quería lograr que lo comiera.
Así que cuando llegó a una edad en la que ya consideraba que era suficientemente mayor como para eliminar los triturados de su dieta y darle exclusivamente trozos, me encontré con un niño poco acostumbrado a ese tipo de texturas y sabores y por tanto, un nefasto comedor.
Lo que me ha hecho pasar mi hijo en la mesa no lo sabe nadie. Llantos, negativas a probar bocado, gritos, desplantes, comidas eternas, manotazos… Había días en los que su única comida era un yogur o podía pasarse semanas enteras comiendo diariamente el único plato que le gustaba.
Técnicas para malos comedores
- Al principio, respetaba su voluntad y no le obligaba a comer. Yo era de las típicas niñas a las que sus padres obligaban a comer algo que odiaba hasta provocarme arcadas y llantos y tenía claro que no quería que mi hijo viviera lo mismo. Por tanto, intentaba respetar sus ritmos y sus decisiones y si no quería comer me armaba de paciencia y pasaba página. Pero cuando veía que los días iban pasando y que no hacía ni desayuno, ni comida, ni merienda ni cena y era capaz de sobrevivir a base de un triste puñado de galletas me empezaba a plantear si aquel era el mejor camino.
- En varias ocasiones pedía a los abuelos que le prepararan ellos la comida y esta medida solía dar resultado temporal. Esta solución me hacía sentir una auténtica inepta en la cocina pero lograba que mi hijo comiera decente durante unos días. Pero el efecto de la novedad se le pasaba en unos días y volvíamos a la misma inapetencia.
- Llegué también a apuntarle al comedor escolar, por aquello que te dicen las madres de que viendo comer a otros niños se animan y hacen lo mismo. Y lo cierto es que la estrategia funcionó pues los profesores me decían que comía bastante bien y que incluso repetía plato; pero tuve que sacarle del comedor por problemas con su alergia.
En el último año le han realizado varias analíticas que me han tranquilizado ya que es un niño muy sano y con todos los valores los tiene perfectos. Y aunque últimamente está pasando una racha en la que parece que come algo mejor (toco madera para que esta racha se extienda lo máximo posible), confieso que el momento de meterme en la cocina para elaborar el menú me causa un verdadero rechazo.
¿Qué le preparo para comer que no le haga protestar?
¿Qué compro?
¿Qué le gustará?
¿Le hago un plato aparte o le animo a comer lo mismo que el resto de la familiar aun a riesgo de que se quede sin probar bocado?
¿Innovo con las recetas o mejor no salgo de los tres clásicos platos que se que al menos come bien?… ¡Todo son dudas!
BLW. Marcando la diferencia
Sé que no se debe comparar y que cada niño es un mundo pero teniendo en casa a dos hermanos es inevitable hacer alguna comparación en un momento dado, sobre todo cuando se trata de un tema que preocupa.
Pulguita es todo lo contrario a él. Es cierto que aún es muy pequeña y que es absurdo comparar a un bebé de 15 meses con un niño de casi 6 años, pero me atrevería a decir que con ella no viviré estos momentos de tensión con la comida que sí he vivido con mi Mayor.
Gracias al BLW mi hija come de todo desde los seis meses. Está acostumbrada a todo tipo de texturas, sabores, formas de cocinado… Devora una crema de verduras de la misma forma que un chuletón de ternera y lo mejor de todo es que disfruta del momento de la comida más que ninguno de nosotros.
Quiero pensar que esta ventaja que le hemos dado con respecto a su hermano le ayudará en un futuro a llevar una dieta más variada y en la que tengan cabida toda clase de alimentos y sabores.
Espero no equivocarme y poder contarlo en el blog dentro de un tiempo. Mientras tanto… ¿sugerencias para lograr que mi Mayor coma mejor y venza el miedo a probar sabores “desconocidos”?
Imágenes vía Pixabay
Hola! lo de la comida es duro, sobre todo cuando le ves delgado y todo el mundo (por lo menos las abuelas en mi caso) te están dando la turrada de que tiene que comer más…¿Qué quieres que se lo meta con embudo? Ante esto, animo y oídos sordos.
Supongo que si le han hecho analíticas habrán descartado todo tipo de alergias (a parte de la que tiene) y también la posibilidad de que sea celiaco. El mio lo era y desde que se lo detectaron come mucho mejor y engorda…
Yo intentaría comiendo todos lo mismo, si ve que coméis de todo todos, al final puede que se anime… intenta buscar para todos comidas divertidas, si no quiere vale, al siguiente plato, tampoco quiere, vale al postre. Intenta no darle caprichos entre horas, y comer 4 o 5 comidas al dia. Que la comida no se convierta en una pelea, con un poco que coma es suficiente, no necesitan las cantidades que nosotros pretendemos que coman…
Y sobre todo ánimo y paciencia, si el niño está sano, es que de alguna manera come lo que necesita…
te entiendo, porque yo tengo la mayor que también es mala comedora (con casi 8 años) y el pequeño que comía muy bien, pero ahora está en fase “es más cómodo si me lo da mamá” (con 3 años y medio).
Aparte de darte todo mi apoyo y recordarte el “ningún niño muere de hambre si tiene un plato de comida delante” es que, al elaborar el menú, pongas 2 platos, uno que le guste mucho y otro que no tanto, es decir, si no le gusta la verdura ponle un segundo que le encante, y dile que basta con que coma un poquito de lo que no le gusta pero con la esperanza de que luego coma bastante de lo que le gusta. Yo lo hago en las cenas (por eso casi siempre cenamos 2 platos) y cuando la verdura es de las que peor comen, de segundo tienen filete ruso, que les encanta, y se lo van comiendo a la vez y al final sí se comen toda la verdura.
P.D. yo, de niña, comía mal y despacio, y había muchos alimentos que no quería comer, así que mi madre me tuvo con triturados hasta los 6 años, ahora tengo casi 40 y mira, como casi de todo (hay muchas verduras que no me gustan, el conejo no lo pruebo porque me dan pena, y la cebolla bueno, poco a poco la voy tolerando, siempre y cuando no la vea)
Jajajaja Bea! Me encanta lo que comentas de cuando eras peque porque yo era igual que tú. Es cierto que los gustos van cambiando y que cuando nos independizamos empezamos a probar ciertos platos que en la vida hemos tomado con agrado y encima, ya con una edad, ‘¡se convierten en nuestros platos favoritos!.
Yo ahora muero por una buena ensalada o un plato de verduras… ¿quién me lo iba a decir hace unos años?
Involúcralo en la preparación de la comida, nómbralo tu ayudante principal. Conversa en la mesa sobre los alimentos y de donde vienen con tu marido sin dirigirte a él en especial. Pídele ayuda para escribir la lista de la compra y redactar un menú semanal donde pondrás sus favoritos a cambio de cosas nuevas que se comprometa a probar.
A los seis años es buena edad para aprender a cocinar recetas sencillas, lavar verduras, medir y pesar ingredientes, lavar la loza, etc Como un juego y sin presionar se puede ir familiarizando con los alientos.
Mucha suerte y saludines
PD: caí aquí desde un blogroll 🙂
Muchas gracias por pasarte por mi blog y darme tantas y tan buenas ideas!
La verdad es que le involucro poco en la preparación de las comidas y leyéndote pienso que podría conseguir que la cosa mejorara si le nombrara mi “pinche” de cocina para algunos platos.
¡Probaré lo que dices, a ver que tal resultado me da!
En mi caso, mi Peque tiene 4 años, come variado, pero es tiquismiquis, reacio en probar cosas nuevas, lento y todavía hace bolas con determinadas carnes. No negaré que poco a poco va mejorando, tanto el tema bolas como rapidez a la hora de comer, pero todavía es lento. Como es lento y eso acaba con mi paciencia acabo dándole yo la comida. Podría estar una hora comiendo! Sé que es un error, pero es que una no tiene todo el tiempo del mundo ni toda la paciencia que muchas veces debiera. Cuando come con otros niños, come solito y sin pestañear, así que es en casa donde le viene la vaguería, supongo que en parte por nuestra culpa. Tampoco come grandes cantidades, pero como he dicho, come variado, todo tipo de verduras, pasta, carne, pescado…por lo que me siento satisfecha, en parte.
Sé el drama que es tener un hijo al que le cuesta comer…saca de quicio y preocupa, y mucho. Hay que vivirlo para saber lo que es.
Recomendaciones? pues la verdad no sabría darte más de las que ya has nombrado tú. La más importante, no convertir la hora de la comida en una pesadilla para el niño y para nosotras. Supongo que cada madre acaba encontrando la fórmula.
En mi caso, mi Peque odia quedarse al comedor. Con el tiempo he deducido que como es lento no quiere quedarse el último y esto le llegó a crear un verdadero trauma, tanto que no quería ir al colegio. Fue sacarlo del comedor y cambiar totalmente su actitud a la hora de ir al colegio. Así que lo tengo al mediodia en casa, pagando canguro…pero todo sea porque la comida no se convierta en un obstáculo a la hora de ir al cole…
Espero que poco a poco y con el tiempo, cada vez coma más rápido y más cantidad…soñar siempre es gratis, no? jeje.
Un abrazote!