El porteo: una experiencia que me tiene fascinada

Una de las cosas más bonitas de mi segunda maternidad y que más estoy disfrutando es el porteo. Tener a mi niña pegadita a mi pecho, oliendo a bebé constantemente, notando su respiración y sintiendo que está más protegida que en ningún otro sitio es de las mejores experiencias que he vivido nunca.

Con mi Mayor lo conocí bastante tarde y mi concepto de porteo durante sus primeros meses de vida pasaba por las mochilas “colgonas” – destroza espaldas del porteador. Yo misma adquirí una pensando que era lo mejor de lo mejor y prácticamente no le di uso porque me resultaba tan incómoda que prefería llevar al niño en brazos antes que en aquel artilugio lleno de correas, soportes y contrafuertes que se clavaban en la espalda como un instrumento de tortura.

Cuando me adentré en la blogosfera conocí los distintos tipos de porteo y la gran cantidad de mochilas, fulares, bandoleras… que existen en el mercado para llevar de forma segura, práctica y cómoda a los peques. Así que cuando me quedé embarazada de Pulguita tuve muy claro que quería saber qué se sentía porteando a mi bebé y conociendo, de primera mano, las maravillas del porteo de las que todos hablaban.

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Fotografía extraída de la web brazosyabrazos.es

Una de las dudas que tenía cuando me visualizaba porteando era si sería capaz de familiarizarme con el anudado de los fulares y si portear en pleno invierno era lo más recomendable.

La primera duda quedó solventada en media tarde tras visionar varias veces un vídeo en Internet sobre cómo anudar el fular para portear a un recién nacido. La segunda duda la resolví con el tiempo, cuando descubrí que portear a mi bebita pegada a mí, bien protegida del viento y el frío era la mejor opción cuando tenía que comprar, salir a la calle o ir a buscar a mi Mayor al cole.

Ahora mi niña pasa largos periodos de tiempo jugando en su hamaca, distraída con los muñequitos que cuelgan o durmiendo, pero durante las primeras semanas el fular se convirtió casi casi en mi segunda piel. Portear dentro de casa era la única forma que tenía de poder hacer las tareas domésticas, comer, trabajar frente al ordenador, jugar con mi Mayor, bañarle… Y cuando tocaba salir a la calle prefería también el fular al carrito porque, como he comentado antes, la nena iba más protegida de las inclemencias meteorológicas.

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Fotografía extraída de la web brazosyabrazos.es

Ahora que ha llegado el buen tiempo tengo la sensación de que el fular no es el mejor medio de portear a Pulguita pues va tan encogidita y cubierta que cuando la saco suele estar sudando como un pollo. Así que ha llegado la hora de cambiarme a la mochila ergonómica.

¡Estoy deseando poder estrenarla y darle el mismo uso que he dado al fular! La veo tan ligera y fácil de ajustar que ya me visualizo de excursión en el campo y de paseo por la playa con Pulguita dentro.

Proximamente dedicaré un posta hablar más detenidamente sobre los beneficios del porteo así como consejos para mamás primerizas como yo. No lo escribiré yo sino que cederé mi espacio a Alejandra, una gran profesional, experimentadísma porteadora y dueña de la tienda Brazos y Abrazos. Ella es quien mejor me ha aconsejado y a ella le debo haber descubierto algo que me tiene absolutamente enganchada y fascinada.

7 comentarios en «El porteo: una experiencia que me tiene fascinada»

  1. Yo con el mayor ni lo probé con colgonas, no sabía lo que era portear, en cambio con el segundo y gracias a la blogsfera maternal descubrí los beneficios del porteo y me animé con la mochila ergonómica y he disfrutado muchísimo de ello, y sigo haciéndolo, la verdad.
    Además mi hijo padeció de displasia de cadera con lo que la mochila ergonómica nos la aconsejó hasta el propio traumatologo infantil. Una maravilla!

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    • Pues la diferencia entre las colgonas y las ergonómicas es tremenda. Cuando veo a bebés mal porteados me pregunto si los propios padres no se darán cuenta del dolor tan espantoso de su espalda y la posición a veces imposible que adoptan los bebés. Yo sólo porteé con mi mayor dos veces porque en seguida supe que algo no hacía bien… y no era yo, era la mochila.
      Y es cierto que cada vez más traumatólogos o incluso pediatras lo recomiendan. ¡Me alegro que también tu experiencia haya sido tan positiva!

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  2. Yo me compré la Emei desde el inicio porque no tenemos el bolsillo para usar tropecientas mochilas, eso sí, la compré de segunda mano porque nueva para mi es prohibitivo. Al principio la cosa no fue bien, lloraba como nunca, ahora va más contento que nunca, si hasta me la ve ppner y sonríe que da gusto el tío…

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    • Jajajaja! Nosotros es que usamos el fular desde que nació porque me parece mucho más recogido y ella podía acomodarse sobre mi pecho e ir tremendamente protegida. Siempre le ha encantado. Es ahora cuando me está costando algo más portearla porque es muy curiosa y quiere ir mirándolo todo 😉

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