El otro día leía esta noticia sobre un bebé nacido por cesárea que abrazó a su mamá cuando le arrimaron a su cara. Al parece, y según se narra en el cuerpo del artículo, los médicos se quedaron sorprendidos de que el bebé manifestara “afecto” y tuviera esa reacción tan tierna con su madre.
La verdad es que el vídeo que se publica en la página es sorprendente y maravilloso, pero no dista mucho de las experiencias que he vivido con el nacimiento de mis hijos y de las que seguro que cualquier mamá ha tenido también.
Lloraba cuando le alejaban de mi lado y se calmaba cuando le acercaban
Aún recuerdo emocionada cuando nació mi Pequeño, tras una cesárea muy difícil y traumática. Así como Pulguita no lloró en ningún momento cuando la sacaron (recuerdo a mi ginecólogo decirle: “Vamos bebé, llora, llora, llora…“), mi Pequeño nació berreando. “¡Menudos pulmones tiene!” – exclamaron todos en el quirófano en tono divertido.
Y era cierto. Mi bebé no lloraba, gritaba a pleno pulmón y sin consuelo hasta que se le dieron a mi marido y éste le acercó a mi cara. En aquel momento, con el poco hilo de voz que me quedaba, recuerdo que le susurré bajito al oído e inmediatamente se calmó. Hay un vídeo similar que circula por Internet y que me recuerda muchísimo al momento que yo viví con él. Cuando apartaban a mi bebé de mi lado, volvían los llantos y cesaban cuando escuchaba mi voz muy cerquita de su oído.
La importancia de hacer piel con piel
Cuando mi marido se le tuvo que llevar definitivamente a hacer piel con piel, los berridos de mi recién nacido se podían escuchar a varios metros de distancia. Y cuando por fin subí a la habitación tras el rato que estuve en reanimación, me encontré a mi chiquitín con un sofoco impresionante. Mi marido me dijo que no había parado de llorar desde que nos separaron, a pesar de haber hecho todo lo posible por acunarle, y colocársele al pecho para calmarle.
En cuanto le tomé en mis brazos, el llanto cesó. Desde entonces, mi bebé solo se calma si está conmigo; especialmente si tiene su cabecita apoyada en mi pecho, escuchando mi respiración. Con papá o los abuelos también le gusta estar, pero el llanto fuerte y aparentemente sin consuelo (aunque por fortuna se produce en contadísimas ocasiones) solo se calma haciendo piel con piel.
Todos se sorprenden cuando después de acunarle y menearle sin éxito, le pongo contra mi pecho y se calma. “¡Qué enmadrado está!”, suelen decir. Pero yo creo que es algo completamente lógico: tras nueve meses dentro de mamá, ¿con quién mejor iba a estar que sintiendo su olor y su corazón gracias al piel con piel?
Imagen de portada extraída de la web Pixabay
Qué bonito!!
A mi me pasó similar, además de que yo tuve la suerte de pasar el postoperatorio con mi cachorrita, ya que los protocolos justo han cambiado (ha sido este año en marzo)
En mi cesárea, de pronto, entre tirón y tirón que yo notaba, empecé a oir un chillido, como de una ratilla, y creí que era algún instrumental. Entonces me dijeron, “la escuchas?” y dije, “Ya está fuera? es ella la que chilla?”, y me dijeron “claro!! menudos pulmones!!”.
Entonces al poquito me la trajeron, y me la pusieron encima, mientras me cosían. Desde que la sacaron hasta que me la pusieron encima, no paró de llorar, y entonces se calmó según la pusieron sobre mi pecho. Me puso una mano en la cara, y me miraba con ojos muy abiertos, sin llorar, la que lloraba de emoción era yo!!
Luego se la llevaron a mi marido, mientras me cambiaban a la sala de recuperación. Y cuando me llevaron allí, ya estaba mi marido con ella (con él tampoco lloraba, solo lloraba con el resto), él me la puso encima y estuvimos casi 3 horas de recuperación los 3 juntos!!, a mi se me pasó como si fueran 15 minutos…
Un abrazo a todas las mamis!! esto solo se cree, cuando se vive, verdad?