Los niños de 30 años

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Hace poco tiempo descubrí, estupefacta, como la inmensa mayoría de mis profesores de instituto están ya jubilados o a punto de retirarse. Aunque parezca una obviedad, aquel hecho me hizo darme cuenta de lo rapidísimo que pasa el tiempo y de cómo nos afecta a todos. Enterarme de aquello me trasladó a mi adolescencia, a esos espléndidos 15 ó 16 años y al recuerdo intacto que guardo en la memoria de quienes fueron mis profesores en aquella época.

La mayoría ya serán ancianitos a pesar de recordarles relativamente jóvenes (con la misma edad que tienen mis padres actualmente), pero el mayor vértigo me da al comprobar que mis 16 primaveras de antaño quedan tan lejanas que incluso mi hijo, con sus tres años, está más cerca de alcanzar esa edad que lo que yo debería retroceder para volver a vivirla. ¿No es realmente vertiginoso?

Aquella extraña sensación que tuve cuando descubrí este hecho se ha vuelto a repetir este fin de semana al enterarme del fallecimiento del payaso Miliki. De pronto me remonté a mi infancia. Me visualicé merendando un enorme bocadillo de mantequilla con azúcar frente a la tele mientras tarareaba emocionada las canciones del Circo. “La gallina Turuleta”, “El auto de papá”, “Hola Don Pepito”… forman la banda sonora de la infancia tan inmensamente feliz que tuve.

La música siempre va ligada a los buenos momentos. No hay un momento feliz, una celebración o un recuerdo bonito que no esté asociado a una melodía. Seguro que no estoy desencaminada si digo que en la infancia feliz de los niños de mi generación (¡los niños de 30 años!) no ha faltado la figura del gran Miliki y sus canciones siempre alegres.

Cuando me quedé embarazada no dejaba de cantarle a mi hijo un montón de canciones de mi infancia que me traían buenos recuerdos. Lo continué haciendo mientras fue bebé y lo sigo haciendo ahora en nuestro momento baño. Una de las canciones más bonitas y que siempre me han puesto los pelos de punta por su optimismo y la dulzura de su melodía ha sido precisamente una de Miliki, “El barquito de cáscara de nuez”. No hay día que no se la cante a mi hijo, que además de sabérsela de memoria es una de sus preferidas.

Hoy la tarareo emocionada sintiendo que mi infancia ha quedado, aún más lejos si cabe, de lo que la sentía y recordaba. El tiempo pasa y pasa por todos aunque a veces no nos demos cuenta y tengamos la sensación de que todo a nuestro alrededor envejece menos uno mismo. Lo bueno es que, a pesar de que la gente se marche, las obras y su legado quedan por siempre, transmitiéndose de generación en generación y multiplicando las sonrisas y la felicidad por muchos años que pasen.

Así que esta tarde mi peque y yo cantaremos de nuevo “El barquito de cáscara de nuez”, como si el tiempo se hubiera detenido allá por aquellos maravillosos años 80. ¡Hasta siempre Miliki!

14 comentarios en «Los niños de 30 años»

  1. Yo también siento (ultimamente más que nunca) lo rápido que pasa el tiempo, y me doy cuenta también por cosas ajenas…
    Esta mañana comentaba el post de @MartikasPrez sobre los libros digitales, ¡siento tanta tristeza de que mi mundo, recuerdos que resuenan en mi estómago, sea tan distinto del que conocerá mi Ratón!
    Por suerte, el legado de Miliki y muchos más siempre estarán ahi.
    El Ratón canta “en el auto de papá” y contesta al mítico “¿Cómo estás ustedeees?” ¡y me has recordado el barquito de cáscara de nuez!
    Lindo tu especial homenaje a Milki, un beso

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    • ¡Es cierto lo que dices! Tengo una colección inmensa de libros de El Barco de Vapor que leía cuando era niña. Ahora pienso que dentro de 8 o 9 años, cuando mi hijo esté preparado para leer esas aventuras, pensará que soy una arcaica neardental y me mirará con cara de asombro por encima de su iPad… ¡Qué triste lo rapidísimo que pasa el tiempo y lo cambiante que resulta todo! 🙁
      Me alegro que te haya gustado

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  2. El tiempo no perdona, por eso deberíamos siempre disfrutar de cada momento.

    Como dices estas cosan nos hacen retroceder en el tiempo. Creo que todos los de nuestra generación hemos crecido con sus canciones.

    Un abrazo

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  3. Yo creo que una persona no muere hasta que no muere su recuerdo, y, afortunadamente, el recuerdo de Miliki todavía tardará mucho en perderse.
    Nos hacemos mayores y eso no lo podemos evitar. Dejemos un buen recuerdo que perdure mucho tiempo en nuestros hijos, nuestros nietos, nuestros amigos,…

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  4. El tiempo se nos va volando y apenas nos damos cuenta. Mi infancia también está llena de recuerdos con estas canciones, y la de mis hijos siguen llenándose con ellas. La canción del barquito también es la preferida de mi peque!

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  5. Si es que el tiempo vuela así que hay que saborear hasta la última gota.
    A mí me pasa y no llegué a os 25, de repente me siento viejo porque ya no se lleva lo que se llevaba en mi época! jajaja
    Saludos

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  6. Yo tuve exactamente la misma sensación cuando oí la noticia de Miliki. Y a veces me asusta pensar en qué tipo de entorno o de sociedad digital y materialista crecerá mi hija y la cual a ella le parecerá normal. Supongo que es parte de la evolución y del progreso, pero a veces como decía Mafalda me pregunto si esta vida moderna no tiene cada vez más de moderno y menos de vida. Un beso!

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    • ¡Me encanta esa reflexión y no la conocía!
      Pues sí, la vida pasa volando pero está en nuestra manos saber transmitir esa esencia “mágica a nuestros hijos, aquella que un día nos hizo felices
      🙂

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