A medida que van pasando las semanas, más asombrosas me resultan las coincidencias entre este tercer embarazo y el de mi Mayor. ¡Y es que prácticamente podría decir que estoy viviendo dos embarazos idénticos, a pesar de estar separados por casi seis años!
Aún no conozco el sexo de mi bebé, pero estoy convencida de que se trata de un niño, pues su embarazo me hace recordar a cada instante lo que viví con mi hijo mayor.
Mismo aspecto físico que hace seis años
Con el embarazo de mi Mayor cambié muchísimo físicamente: ensanché una barbaridad de cintura y cadera, la cara se me redondeó mucho y tuve una sequedad de piel difícil de combatir con las clásicas cremas hidratantes.
Engordé 19 kilos que se notaron, sobre todo, en piernas y glúteos, algo que en el embarazo de Pulguita, aún engordando bastante más, no noté de forma tan acusada, pues los kilos estaban bastante más repartidos y seguía teniendo la cara muy fina.
En contrapartida, en mi primer embarazo disfruté de un pelo brillante y siempre limpio y un crecimiento muy lento del vello corporal, algo que en pleno verano agradecí muchísimo. Estas mismas características las estoy viviendo de nuevo y desde las primeras semanas de gestación los cambios físicos empezaron a hacerse más que evidentes.
Molesta retención de líquidos
Si algo caracterizó el embarazo de mi Mayor fue la retención de líquidos a partir de la mitad del segundo trimestre. Se me hincharon los tobillos y mis piernas parecían bloque de hormigón desde la ingle hasta la planta del pie. Este cambio tan brutal me sorprendió muchísimo, pues quien me conoce sabe lo extremadamente delgada que soy y las piernas y tobillos tan finos que tengo. Me pasó lo mismo con los dedos de la mano y recuerdo pegarme un buen susto una mañana al comprobar que la alianza no salía y el dedo empezaba a hincharse…
Para sorpresa mía, en el embarazo de mi niña mis piernas siguieron estando igual de delgadísimas que siempre y pude lucir anillos y pulseras tobilleras sin temor a que se hundieran sin remedio en mis carnes.
Desde hace más de un mes llevo mi alianza colgada al cuello porque mis dedos empiezan a parecer morcillas, y aunque procuro hacer ejercicio con los tobillos y las piernas, comienzo a notar ya los efectos de la retención… ¿Otra coincidencia o se trata simplemente de la misma época del año en que me ha tocado vivir ambos embarazos?
Pocas náuseas
Si algo caracterizó el embarazo de Pulguita fue el malestar tan horrible que tenía las 24 horas del día. A las náuseas se unía un cansancio extremo, una fatiga casi permanente y un malestar que durante varios meses me anuló en mi día a día.
El embarazo de mi Mayor lo viví más relajada en ese aspecto pues en cuanto las náuseas cesaron en torno a la semana 14, ya no tuve más molestias que algún que otro dolor propio de los estiramientos del útero en crecimiento.
En esta tercera ocasión estoy teniendo la inmensa suerte de vivir, de nuevo, un embarazo bueno físicamente hablando. Las náuseas cesaron hace mucho tiempo y salvo las molestias típicas de lumbares y espalda, me siento mucho más pletórica y llena de energía que en mi segundo embarazo.
Pocas contracciones de Braxton Hicks
A pesar de llevar un ritmo de vida bastante más acusado que en mis anteriores gestaciones y de tener una malformación uterina, este embarazo se está caracterizando por la ausencia casi total de contracciones. Salvo alguna contracción aislada que me obliga a echar el freno de vez en cuando, he de reconocer que a veces me olvido de que estoy embarazada de siete meses: cojo a Pulguita en brazos decenas de veces, voy y vengo del cole hasta 4 veces al día, hago múltiples viajes en coche y continuo con mi actividad diaria sin ningún tipo de ayuda y todo ello con dos niños pequeños de los que ocuparme.
En contrapartida, recuerdo el embarazo de mi hija siempre con contracciones y molestias, siempre preocupada y en reposo relativo cada dos por tres. Por suerte, esta vez, está siendo igual que con mi Mayor.
¡Dos embarazos idénticos incluso en antojos!
En el embarazo de Pulguita no tuve especial interés por ninguna comida concreta. En cambio, con mi Mayor, la sensación de necesitar a todas horas fruta y verdura fresca y un vaso tras otro de leche, llegó a convertirse casi en obsesión.
En este tercer embarazo se me están repitiendo de nuevo los mismos antojos que la primera vez: piña, fresas y sandía muy frías; salmorejo, espárragos blancos o ensaladas (cualquier tipo de variedad siempre y cuando esté fresquita) y leche, preferiblemente dos o tres vasos antes de irme a dormir.
Por todo esto, cada día tengo más claro que mi bebé es otro niño. Dos embarazos idénticos y radicalmente opuestos al de mi hija… ¿simple coincidencia o realmente acertaré con la intuición que me acompaña desde el primer momento?
Qué de coincidencias!!! Vas a averiguar el sexo pronto o vas a esperar! Nos tienes en ascuas!!!
Qué ganas tengo de que confirmes lo que tú ya sabes! Yo en mi primer embarazo en 9 semanas se me manchó la cara y dejó de salirme vello, y hubiera sido nena…
En el segundo me salía mucho vello y fue nene,pero un embarazo buenísimo. Un besito!