Cuando te conviertes en padre tu círculo de conocidos y amistades va creciendo progresivamente. Un día te vas a tomar café con esa mamá tan agradable con la que te cruzas a diario en el cole, otro día conoces un poquito más de cerca a esa familia a la que ves todos los domingos en el parque, las conversaciones con esa compañera de trabajo –madre de un peque de la edad del tuyo- en la que antes no habías reparado se hacen más frecuentes… En definitiva, vas conociendo diferentes puntos de vista de la maternidad.
Si de algo me he dado cuenta en estos 3 años y medio como madre es que no hay dos formas de crianza iguales. Se pueden seguir líneas similares de actuación o estar más o menos de acuerdo con ciertos parámetros pero al final, cada familia va buscando su propia forma de criar a sus hijos; aquélla con la que se sienten realmente cómodos y felices.
Habrá familias que aboguen por el colecho mientras que otros se encuentren más cómodos sin recurrir a esta práctica; otros optarán por dar el pecho mientras que sus vecinos recurrirán al biberón; habrá quien decida no escolarizar a su hijo con 3 años mientras que para otros padres será la opción más acertada… Hay tantas formas de crianza como familias existen y al final, de lo que se trata, es de alcanzar el equilibrio.
Sin embargo no me importa admitir que he tardado en darme cuenta de esta premisa tan simple. Antes me costaba entender cómo una familia podía optar por un camino en vez de por otro para la educación y crianza de sus hijos, pero ahora ya sé que ese camino es el que les hace felices y ante eso no hay nada que objetar.
Mi forma de entender la maternidad es mía. No es ni mejor ni peor que la de otros padres. Es la forma que mi hijo me va marcando, que me va indicando día a día con su carácter, sus necesidades y su ritmo de evolución. Nosotros ya hemos alcanzado el equilibrio y cada familia tendrá que buscar su propio camino para alcanzar el suyo; sin consejos ajenos, sin guías, sin prisas… simplemente dejándose llevar.
la verdad es que a veces es complicado no dejarse llevar por nuestro diablillo del hombre izquierdo que nos dice aquello de; fíjate si encima cree que lo hace bien… o ya ves como lo han vestido, uuuy mira que le han comprado…
Sí a veces caemos, pero otras tantas sonríes y comprendes. Como cuando ves a una madre intentado lidiar una rabieta en el supermercado. ES complicado y cada uno sus trucos o su manera de ver las cosas según van pasando bachecillos.
Nosotros mismos nos ponemos trabas para ver las cosas difíciles… con lo fáciles que son.
hacía tiempo que no me pasaba por tu blog. me releeré algunas entradas antiguas. Me encanta tu manera de expresarte .
gracias por compartir tu visión de la maternidad!!
Hola Aurelia! Bienvenida de nuevo por aquí. Me alegra mucho encontrarte y conocer de nuevo tus opiniones. ¡Gracias!
Dejarse llevar por el instinto es la manera de alcanzar ese equilibrio la pena es que a veces tardamos en darnos cuenta…
Cierto. No hay nada como el instinto y la observación de las necesidades de nuestros propios hijos para saber elegir el camino correctamente.
Creo que la palabra que resume todo tu post es: RESPETO
Cosa que desgraciadamente no encontramos de forma habitual en este ámbito; también es cierto que hay las que por su carácter se hacen respetar (es mi caso), porque soy muy clara; y hay otras (lo veo en amigas) que como son más “permisivas” y tal, las ves a las pobres aguantando el chaparrón o el discurso de alguna madre sabionda.
Yo siempre que puedo le cuento a esa mamá mi experiencia y termino con la misma frase: a nosotros nos fue bien/mal, pero eso no significa que a vosotros os vaya igual.
Falta mucho respeto en la sociedad en la que vivimos, y en el mundo de la maternidad en general. Lo que va fenomenal a n niño no tiene porqué ir bien a otro y las normas de una familia no tienen porqué ser una ciencia exacta para otras. Cuando se nos meta eso en la cabeza entenderemos muchas cosas…
Es lo que digo yo siempre, el camino de la educación de nuestros hijos nos lo va marcando el día a día. Y a la vez que nosotras, como madres aprendemos, ellos como niños aprenden a la par.
Siempre he pensado que en la maternidad aprendemos juntos: hijos de padres y padres de hijos. ¡Es lo más bonito!