Escribo estas líneas mientras coloreas a mi lado subida en un taburete y apoyada en mi mesa, garabateando un folio en blanco que le has robado a tu hermano. Y es que lo de hacer todo lo que él hace se te da de maravilla. ¡Qué gran maestro te has buscado!. Lo mismo lees a su lado, que pintas, juegas con sus juguetes o, muy a su pesar, destruyes los Lego que tanto esfuerzo y tiempo le lleva construir.
Pero él te lo perdona todo porque te quiere con locura. Tanto que pasa por alto tus enfados, los tirones de pelo que le das a veces o el que le quieras quitar aquello con lo que está jugando. Basta un abrazo o un besito sonoro de los tuyos para derretirle de amor, como nos derrites a todos a todas horas.
Eres coqueta y presumida y lo de untarte cremas (o champú, o jabón, o espuma de afeitar, o pasta de dientes… ¡o incluso salsa de tomate!) en cualquier parte del cuerpo es una de tus aficiones favoritas. Y es que me atrevería a decir que el cuarto de baño es tu estancia preferida de la casa: ¡hay tantas cremitas y tantos productos que te vuelves loca!
Y cuando me ves maquillándome o pintándome las uñas me observas fijamente sin perder detalle y sé, por el brillo de tus ojos, que como me descuide un segundo serías capaz de hacer lo mismo.
Lo que llevas fatal, sin embargo, es el momento “peluquería”. Eso de que te laven el pelo, te desenreden los tirabuzones y te peinen con horquillas y coletas no es tu fuerte. A ti te gusta llevar la melena suelta al viento y mover tus ricitos a conciencia mientras caminas con garbo.
Eres una niña astuta y muy perspicaz. Lista, observadora y rápida en tus acciones. No me das tiempo a reponerme de un “desaguisado” de los tuyos cuando ya me estás liando otra. Y es que contigo no existe la palabra calma. Me daba la sensación hace unos meses de que eras comedida y temerosa pero me equivoqué. Si tienes que escalar, escalas. Si tienes que subir escaleras, las subes. Si te quieres asomar a una ventana, te asomas. Y si se te mete en la cabeza que tienes que abrir un cajón, lo abres. Ya te las ingeniarás para hacerlo, pero lo harás. Así que vivir contigo es hacerlo en continua tensión porque no hay medida de seguridad que obstaculice tu camino y tus intenciones.
Te encantan los mandos a distancia, hablar por teléfono, los cajones de la cocina, tirar del rabo a nuestra gatita, comer cereales a escondidas, quitarte los zapatos cuando vas en el coche o en el carro y levantarte la camiseta para enseñar a todo el mundo tu ombligo.
Detestas que te retengan en brazos y te besuqueen en contra de tu voluntad, que te llevemos la contraria, que te demos las dos manos cuando vamos caminando (sólo quieres ir agarrada de una persona), que te cambiemos el pañal o que te ayudemos a la hora de la comida.
Eres fuerte, tozuda, independiente y con carácter. Pero también eres mimosa, cariñosa, sonriente y feliz. Muy feliz.
Así es mi niña bonita. Mi muñeca de ojos verdes y rasgados y tirabuzones rubios. Mi Pulguita mofletona y de muslos rollizos. Mi chiquitina guerrera que nos ha robado a todos el corazón… ¡y la calma!. La princesa de la casa que en poco más de un mes se habrá convertido en hermana mayor y que es, desde que nació, reina de nuestros corazones.
¡Felices 17 meses, muñequita!
Que bonito <3
Seguro que le encantará leerlo cuando sea más mayor 🙂