En ninguno de mis tres embarazos me he librado de sufrir unas náuseas espantosas. Sin duda, para mí, ha sido siempre lo peor de los 9 meses. Ni la pesadez del final, ni los ardores de estómago, ni los kilos de más, ni el cansancio… nada ha tenido comparación con las dichosas náuseas iniciales.
Sólo quien las sufre realmente sabe lo que es ese revoltijo de estómago constante como si acabaras de bajar de una noria; arcadas en seco a todas horas, vómitos puntuales, sensación de hambre pero al mismo tiempo de asco hacia la comida, reflujo constante que te hace pensar que en cualquier momento y lugar vas a acabar echando la papilla del siglo… y ganas enorme de llorar por lo terriblemente mal que te sientes. A veces entras en un bucle porque te das cuenta de que las náuseas no mejoran, que son igual de intensas por la mañana que por la noche (lo de “náuseas matutinas” no sé quien se lo inventaría), que incluso te despiertan de madrugada y que pasan los días, las semanas y los meses y no parecen terminar.
Náuseas durante todo el día
Con mi Mayor tuve unas náuseas horribles que me hacían comer a todas horas porque el estómago lleno mitigaba un poquito la sensación de malestar. Recuerdo tener un paquete de galletas en la mesilla y lanzarme a por él nada más levantarme, o incluso asaltar la nevera de noche porque era incapaz de conciliar el sueño con las constantes ganas de vomitar que siempre me acechaban.
A punto estuve en varias ocasiones de recurrir al Caribán pero por miedo a medicarme durante el embarazo finalmente no lo hice. Las náuseas eran más espantosas por la tarde pero como no tenía nada más que hacer que dedicarme a mí y a mi bebé, cuando llegaba a casa del trabajo me preparaba un baño de espuma, música relajante y velas y lograba combatir bastante aquella horrible y permanente sensación de malestar.
Náuseas hasta los siete meses
Con Pulguita, las náuseas fueron igual de malas e hicieron aparición incluso antes que con mi Mayor con la diferencia de que esa vez no podía dedicarme a mí en exclusiva y el trajín de las rutinas diarias con un niño de 4 años tampoco ayudaba. Para más inri, las náuseas en el segundo embarazo me duraron hasta bien entrado el séptimo mes y aunque fueron mitigándose a medida que pasaba el tiempo, la sensación de asco y estómago revuelto a todas horas me acompañaron durante muchísimo tiempo.
Remedios para las náuseas
Cuando me quedé embarazada de mi Pequeñ@, con el embarazo de Pulguita tan reciente y el recuerdo espantoso de sus náuseas, me prometí a mí misma que no volvería a pasar por lo mismo, ¡y menos con dos hijos más de los que ocuparme!. Así que cuando los vómitos y arcadas comenzaron a aparecer (en torno a la 6ª semana de gestación) comencé a recurrir a la homeopatía y acupuntura.
La homeopatía me la recomendó la matrona de mi centro de salud pero he de decir que fue peor el remedio que la enfermedad. Eran unas pastillas elaboradas a base de jengibre que debía chupar hasta que se deshicieran en la boca pero que tenían un sabor tan espantoso que sólo con olerlas me daba un vuelco el estómago y acababa escupiéndolas a la mitad, con una sensación de malestar peor que la inicial.
Posteriormente fui a un par de sesiones de acupuntura que si bien en el momento me aliviaban algo (y digo “algo” porque aquello no era la panacea) tenía tal sensación de malestar que no podía seguir esperando a que las agujas obraran un milagro y finalmente, y en contra de lo que nunca hice en mis dos embarazos anteriores, acabé recurriendo a la medicina. Y he de decir que ¡BENDITO CARIBÁN!
Si bien la sensación de asco constante y mal sabor de boca nunca me lo llegó a quitar, al menos las arcadas y el malestar general sí, y pasar de estar muy pero que muy mal a estar mal –a secas- ya fue un paso tan grande que hasta el humor me cambió.
En torno a las 14 semanas dejé de tomar medicación porque las náuseas fueron desapareciendo, como me ocurrió con mi Mayor (hecho que, por cierto, me ha hecho pensar siempre que mi Pequeñ@ será un niño también) y aunque ahora, a falta de 3 meses para dar a luz las arcadas me siguen visitando de vez en cuando, ya son más llevaderas y fácilmente controlables con infusiones y relajación.
No siempre se sufren náuseas en el embarazo pero si eres de las mías, espero que alguno de mis consejos pueda resultarte útil para combatirlas y si no, recuerda, siempre se puede recurrir a San Caribán.
Imagen vía Morguefile
Yo no tuve ni una náusea, por suerte, pero es bueno saberlo por si me hace falta en un futuro!
No sabes la suerte que tuviste porque de verdad que es horrible. De lo peor que tiene el embarazo, para mí gusto.
Gracias por compartirlo…yo estoy embarazada por primera vez, ya de 13 semanas y he tenido todos y cada uno de los síntomas que mencionas. He tomado caribán, no todos los días por miedo a hacer daño al bebé, pero no me ha quedado otra que volver, si no, no se puede trabajar ni vivir…
Ahora empiezo a sentirme mejor, pero aún no se han ido, espero poder dejarlo también en la semana 14.
Enhorabuena!! Me alegro mucho por tu embarazo y espero que las dichosas náuseas empiecen a remitir. ¡Que mal se pasa, verdad?! Pero créeme que luego se olvida todo 🙂