
A mi hijo no le gusta leer, a pesar de que en casa no faltan los libros y mis peques siempre nos ven a mi marido o a mí con una lectura entre manos. Es algo que “han mamado” y con lo que han crecido, por lo que jamás se me ha pasado por la cabeza imaginar que el amor por los libros no les atrapara también a ellos.
Pero en esas estamos con mi hijo mayor, aunque para mi sorpresa parece que no es una situación excepcional, pues el otro día comentándolo con un grupo de madres del cole, más de una afirmó estar viviendo lo mismo.
De una pasión desbordada por la lectura, a un nulo interés
Mi Mayor comenzó a leer muy pronto, antes que la mayoría de niños de su clase según el programa de enseñanza estipulado en el colegio. Fue maravilloso verle descubrir el universo de las letras y durante meses disfrutó muchísimo leyendo todo lo que caía en sus manos, desde folletos propagandísticos de supermercados, hasta nombres de calles o edificos públicos, e incluso periódicos.
Pero en Tercero de Educación Infantil, cuando ya dominaba perfectamente la lectura, su interés por los libros comenzó a caer en picado.
Por aquel entonces, la biblioteca de libros que habíamos hecho en casa era espectacular. Compraba todos lo cuentos que recomendaban acordes a su edad, pero ningún título parecía atraer su atención. Abría los libros sin ganas, los hojeaba rápidamente, y los abandonaba de nuevo.
Fueron varias las conversaciones que tuve con su tutora para intentar encauzar la situación. “No le fuerces”, me decía, “seguro que el interés por la lectura vuelve cuando menos te lo esperes”.
Cuentos y cómics de Star Wars, una revelación

Pero cuando ya lo daba todo por perdido, cuando ya me había cansado de visitar bibliotecas y librerías, y cuando en nuestras estanterías no entraban más libros infantiles acordes a su edad, aparecieron los cuentos, cómics y enciclopedias relacionadas con la saga Star Wars, de la que mi hijo era un fan absoluto con tan solo cinco años.
Y es que jamás se me pasó por la cabeza pensar que este tipo de lecturas pudiera llegar a gustar a un niño tan pequeño (temática enrevesada, tipografía, color de fondo de las páginas…) pero el descubrimiento fue tremendo y de un día para otro mi hijo comenzó a devorar libros relacionados con el universo Star Wars, algunos incluso enfocados a un público adolescente o joven.
Sin embargo, al cabo de un año y medio de explotar este tema tanto de día como de noche, la pasión desbordada por la saga y sus personajes se esfumó, y con ello la lectura de libros relacionados.
No le gustan las lecturas habituales

En los últimos cuatro años hemos ofrecido a mi Mayor todo tipo de lecturas: desde los clásicos libros de aventuras como la saga de Gerónimo Stilton que tanto gusta a los niños de su edad, hasta otros con gran popularidad como la saga del Capitán Calzoncillos, El Diario de Greg o los archiconocidos Los Futbolísimos. Pero jamás ha querido leer ninguno, y cuando lo ha hecho, el libro le ha durado una eternidad.
Hace unos meses encontré en casa de mis padres una caja de libros de cuando yo era pequeña. El hallazgo me emocionó muchísimo, no solo por la cantidad de recuerdos maravillosos que me trajo (de niña fui una lectora empedernida), sino porque de pronto vi en aquel montón de libros polvorientos un auténtico tesoro que podía despertar la atención de mi hijo.

Cuando llegué a casa le mostré emocionada mi gran descubrimiento: un montón de títulos del Barco de Vapor, la mítica colección de Elige tu propia aventura, adaptaciones infantiles y juveniles de las novelas de Julio Verne, Tom Sawyer, Los cinco… o clásicos de la literatura como El Lazarillo de Tormes o El Principito.
Pero para mi sorpresa (pues realmente pensaba que aquello le podría emocionar tanto como a mí), mi hijo hizo caso omiso a mi colección de libros, se dio media vuelta sin mostrar el más mínimo interés y me dejó plantada y con una inmensa sensación de impotencia.
Estrategias para conseguir que mi hijo lea
- Fue entonces cuando decidí cambiar la estrategia que hasta entonces había llevado y dejé de comprar libros, llevarle a la biblioteca o animarle a leer. Confiaba en que si dejaba de “saturarle” con ideas y propuestas, acabaría leyendo por sí solo. Pero tras días, semanas e incluso meses sin verle acercarse a ningún libro, empecé a preocuparme de nuevo por el tema.
Así que opté por una nueva técnica: incorporar ratos de lectura dentro de otras actividades lúdicas. Por ejemplo, si íbamos al campo a pasar el día guárdabamos en la mochila un libro y leíamos juntos algún fragmento mientras comíamos, o descansábamos a la sombra de un árbol.
La idea era motivarle saliendo de los entornos que él ya conocía (como el rincón de lectura que habíamos hecho en casa, la sala de la biblioteca municipal o del colegio, entornos familiares…), y aunque a priori la técnica pareció funcionar, no conseguimos que “se enganchara” a ningún libro tanto como para querer seguir leyéndolo diariamente en casa, de manera que la lectura se dilataba tanto en el tiempo que acababa perdiendo interés.
- Desesperada, acabé recurriendo a una técnica que sabía que no solo no funcionaría, sino que podría llegar a ser contraproducente, pero era el último cartucho que me quedaba por quemar para conseguir despertar su interés por los libros: crear un carnet de lectura que a medida que fuera completando le diera acceso a ciertos beneficios, tales como regalos o planes especiales.
Mi único objetivo con este carnet era incentivar su esfuerzo lector, pero mi hijo acabó identificando la lectura como un “sacrificio” que debía hacer para obtener otras recompensas. Fallo garrafal mío y vuelta a empezar.
Y cuando conseguimos, por fin, dar en la tecla…
Un día le pregunté el motivo de su desinterés por la lectura, y sin pensárselo dos veces me respondió que “los libros que hasta entonces había leído le habían parecido tremendamente absurdos, y no le apetecía perder tiempo con algo que no le motivaba”. Me lo soltó así, sin anestesia, y la verdad es que no supe que decir.

Desde que era muy pequeño, mi Mayor nos ha demostrado que sus intereses por el mundo que le rodea fluctuan más que la Bolsa. De este modo, hemos pasado por épocas de obsesión por Star Wars, por el cuerpo humano y la medicina (en concreto, la neurología y el estudio de las enfermedades raras), la fauna (especialmente los insectos), la astrofísica y el universo, los volcanes, la antigua Grecia, la historia, arte y cultura de las capitales del mundo, la magia, la cocina y actualmente, los minerales.
Esto nos ha hecho darnos cuenta de que los libros que realmente atrapan su atención no son las típicas novelas o cuentos de aventuras que leen la mayoría de niños de su edad, sino libros de consulta, enciclopedias infantiles o páginas web relacionadas con la temática que en un momento dado capta su interés.
El problema es que no es fácil dar con libros especializados exclusivamente en el tema que le gusta (algunos, además, no están ni siquiera enfocados al público infantil), pero, sobre todo, el principal inconveniente que veo es que su interés por las cosas es pasajero. Es decir, “quema” un tema durante días o semanas, y acaba dejándolo de lado, por lo que a veces no me deja apenas tiempo de buscar títulos relacionados con su nueva afición, cuando esta ya ha desaparecido.
He querido compartir nuestra experiencia por si puede servir de ayuda a otras familias que se encuentren en nuestra situación, y a su vez pedir consejo a quienes esteis en la misma tesitura. ¿Qué hacéis vosotros en estos casos?
Ayy… como me suena lo que cuentas. Mi hijo es una calca de todos esto. Los intereses de niños como los nuestros es que les fascina el conocer, el saber… eso sí, cuando algo ya está aprendido buscan otra cosa para meter en su mente, como tú bien comentas.
Pues a mí me suena bastante; lo mismo con mi mayor de 9 años y creo que he utilizado técnicas similares, la peor igualmente imponerle a leer x minutos para “obtener el privilegio” de hacer x minutos de otra actividad, a la desesperada. Al final la lectura le parecía un castigo.
Hasta los 7 años leía mucho con muy buena comprensión lectora. De la noche a la mañana, perdió el interés y empezó a tener dificultades en el cole por no dominar la lectura y todo lo que conlleva el rechazo al lenguaje escrito. Algo debí de hacer fatal, porque lo aborrecía seriamente.
Le dejé un par de meses en verano y he vuelto a leerle yo en voz alta por la noche. Le encanta. Empecé por Harry Potter. Le leo porque lo prefiero a tiempo de tele y porque creo que el estar imaginando la historia le viene genial para desarrollar creatividad e imaginación. Aunque reconozco que en cuanto los otros dos hermanos empiecen a requerir atención no se muy bien si tendré que pasar a lectura compartida, ahora aprovechamos que los otros dos están dormidos y es más fácil escoger las lecturas.
Él me pide buscar información lee sobre su tema del momento en internet y las materias escolares. Un día me lo encontré leyendo un libro sobre Mitología antigua en forma de cuentos que tenía por casa. Le gusta leer sobre contenido de ciencia tipo la sección de tecnología o ciencia de El País. Pero luego se pasa semanas sin tocarlo.
Le dejo a su antojo y no le obligo a nada. Ha mejorado muchísimo en el cole este año; y vuelve a leer con normalidad las materias.
No he conseguido aún que lea por entretenimiento de nuevo, a pesar de estar tan expuesto a libros. Supongo que cada uno debe de elegir sus aficiones y si deseas que la lectura sea una de las suyas lo mejor será que tenga exposición, pero que lo decida él si quiere, y si no, pues el mundo no acaba.
Gracias por compartir tu experiencia; es genial darse cuenta de que otras personas se enfrentan a situaciones similares y compartir ideas para afrontarlas.
Hola Rocío! Gracias por leerme y compartir tu experiencia. Me siento muy identificada con todo lo que dices 🙁 Ahora mi hijo ha descubierto unos libros que le llaman mucho la atención. Es una colección de varios volúmenes y se llaman “Desastre total”. Son divertidos, pero tienen un tipo de humor diferente y a él le ha enganchado, por si quieres probar. ¡Animo!